“Mono ve, mono hace”, periodismo fácil en Internet

Mi amigo Alberto de vez en cuando, hacía un experimento en el salón de clases: cantar en voz alta cerca de un grupo y esperar unos minutos a ver qué sucedía. Siempre decía “tú va a ver ahora…” y lanzaba una estrofa al aire o bien silbaba sutilmente.

El resultado era el esperado: muchos repetían fragmentos o estribillos de la canción casi idénticos.

La verdad Alberto era tremendo jodedor. Le llamaba a la dinámica “mentes inferiores”, sin indagar en los mecanismos y procesos que tienen lugar en el organismo de forma espontánea.

Esta variante de reiteración-repetición la utilizamos para introducir una frase muy escuchada en Cuba: “Mono ve, mono hace” que, si bien está vinculada a los niños que imitan a sus padres o a los mayores, puede aplicarse a cualquier espacio o edad.

Hoy en día podemos ver muchas de esas “mentes inferiores” que tratan de imitar a otras personas, a su vecino, a un amigo de la escuela o el trabajo, a un actor o actriz de cine y televisión, a un escritor o autor de algún contenido. Dicho en otras palabras, copian del prójimo “a la cara”.

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Con la aparición de este fenómeno puede decirse que surgieron la falta de originalidad, el plagio y el fraude. En el sector periodístico hay y hubo siempre quien llegó tarde a la cobertura de prensa y se le acercó al colega: “asere, dime qué pasó aquí” y entonces con lo recolectado armaba la nota y redactaba sin esforzarse.

Una realidad muy común en este mundillo es que hay otros “cara e’ palo” que ni siquiera tienen el detalle de citar fuentes o mencionar a los autores de un contenido original, haciendo como los animalitos que, por instinto, observan y repiten algo: “Monkey see, monkey do”, dirían los norteamericanos.

Fuentes consultadas por Cubanos Gurú refieren que esto se explica por las “neuronas espejo”, y lo dice Deepak Chopra en la investigación “Supercerebro: Libere el poder explosivo de su mente para potenciar su salud.”

Al parecer, a ciertos “primates inferiores” que imitan, reproducen, copian y pegan, quizá haya que perdonarlos pues a los pobres los justifica una “razón neuronal” de mayor peso.

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